Traer una mascota es pura emoción, pero para ellos es puro estrés. Si abrís toda la casa el primer día, podrías arruinar su adaptación.
El cambio de ambiente dispara hormonas de estrés. No es que 'se porta mal', es que su cerebro está en modo supervivencia. Necesitás bajar esos niveles ya.
Buscá el rincón más silencioso. Lejos del lavadero o de las ventanas que dan a la calle donde pasan los ómnibus todo el día.
El ruido de la lluvia en la chapa o los bocinazos lo alteran. Usá alfombras gruesas o mantas de lana para absorber el sonido y crear un 'capullo'.
Ver gente pasar por la vereda lo mantiene alerta. Bajá las persianas o usá cortinas blackout para que su cuerpo produzca melatonina.
Tu mascota vive por el olfato. Evitá sahumerios o perfumes fuertes. Lo que necesita es neutralidad olfativa para reconocer su nuevo hogar.
Poné una remera tuya usada en su cama. Tu olor se convertirá en su puerto seguro antes de que aprenda a confiar en tus caricias.
Si se esconde, dejalo. No lo fuerces a salir. Necesita saber que en esa zona NADIE lo va a molestar, ni siquiera vos. Es su territorio sagrado.
Especialmente con gatos, mantené los platos lejos de las piedritas. La separación es clave para su higiene mental y su comodidad.
No hay apuro. La mayoría necesita una semana para bajar la guardia. Sabrás que está listo cuando coma bien y duerma estirado.
Si después de 48 horas sigue aterrado, consultá con un etólogo. En Uruguay existen expertos que pueden guiarte si la adaptación se traba.
Crear esta zona no es aislarlo, es darle las herramientas para que confíe en vos. La paciencia de hoy es el vínculo inquebrantable de mañana.
Bajate la lista de materiales y el cronograma de descompresión paso a paso para tu nuevo compañero.