Si tu cachorro cambió de repente, no es capricho. Está en una ventana biológica crítica. Lo que hagas ahora define su futuro.
A las 8-10 semanas, el cerebro de tu mascota se 'setea'. Un ruido de escape en la 18 de Julio puede parecerle el fin del mundo. Es una etapa natural, no una falla de carácter.
Entre los 6 y 14 meses, el miedo vuelve. Ese perro que paseaba tranquilo por la Rambla de repente le teme a un tacho de basura. Es el momento más sensible.
En los felinos, esta ventana se cierra antes de las 9 semanas. Si no lo ayudás ahora a procesar ruidos y visitas, podrías tener un gato 'escondidizo' de por vida.
Pupilas dilatadas, cola entre las patas o quedarse 'congelado'. Si ignora tu comida favorita, su estrés superó el límite. No lo fuerces; dale espacio.
Abrazarlo y decirle 'no pasa nada' con voz de lástima le confirma que hay un peligro real. Tu inseguridad alimenta la suya. Necesitás un cambio de estrategia.
¿Se asustó con un paraguas? Ponete a jugar vos con el objeto. Actuá como si fuera lo más divertido del mundo. Tu mascota copiará tu calma, no tu miedo.
No lo lleves a la hora pico si está sensible. Elegí momentos tranquilos. Una experiencia mala durante esta etapa pesa más que diez buenas.
En edificios del Centro o Pocitos, los ruidos son constantes. Cada portazo o timbre debe significar un premio de alta calidad. Cambiá el cableado de su cerebro.
Obligarlo a acercarse a lo que le teme es desastroso. Podés romper su confianza para siempre. Dejá que él decida acercarse a su propio ritmo.
Las tormentas de verano pueden ser traumáticas. Usá música blanca o distracciones antes de que el trueno fuerte lo asuste. Anticipate al ruido.
Esto no es una regresión en su educación. Es un proceso biológico que requiere de vos más paciencia que nunca. Si no mejora en 3 semanas, consultá a un etólogo.
Leé la guía completa para manejar miedos, ruidos y socialización en Uruguay.