Ese pretal que parece seguro podría estar dañando sus hombros en cada paseo por la Rambla. No ignores las señales.
A diferencia de nosotros, los perros no tienen clavícula. Sus hombros se mueven gracias a músculos y tendones. Si el pretal los tapa, los bloquea por completo.
Los pretales 'noruegos' que cruzan el pecho bloquean mecánicamente la articulación. Tu perro termina rotando las patas hacia afuera para poder avanzar.
Este diseño es el estándar de oro. Libera el esternón y los hombros, permitiendo una zancada completa sin interferencias textiles.
Medí siempre el contorno del cuello y el pecho. Un Cimarrón Uruguayo no tiene el mismo tórax que un Galgo, aunque pesen lo mismo.
Ajustá las correas hasta que entren exactamente dos dedos entre el pretal y su cuerpo. Ni más (se zafa), ni menos (le corta la circulación).
La cinta debe estar al menos a 3 dedos de distancia del codo. Si roza esa zona sensible, las heridas serán inevitables con la humedad de Uruguay.
Si tu perro es asustadizo y suele tirar para atrás, necesitás un pretal de 3 puntos. La tercera cinta en el abdomen impide que se lo saque.
Cuando un hombro se bloquea, la columna compensa el movimiento. Lo que empieza como un pretal 'firme' termina en contracturas crónicas.
El enganche frontal es solo para entrenamiento temporal. Usarlo siempre fuerza al perro a caminar de costado, dañando su eje natural.
¿Se resiste a ponerse el equipo o camina como 'pisando huevos'? Son señales claras de que el ajuste actual le está doliendo.
El pretal no es para que combine con su correa. Es una herramienta biomecánica que decide cómo va a envejecer la estructura ósea de tu mejor amigo.
Leé la guía completa para elegir el talle exacto y evitar lesiones irreversibles en tu mascota.