No es la distancia lo que importa, es su nariz. Descubre el secreto para un perro realmente tranquilo en la ciudad.
Tu perro tiene hasta 300 millones de receptores olfativos. Olfatear profundamente activa su sistema de relajación y reduce su ritmo cardíaco al instante.
Exigirle obediencia estricta durante todo el trayecto agota su paciencia. Necesita tiempo libre mental, no solo ejercicio físico agotador.
Es dejar que él elija el camino y el ritmo. Sin metas de distancia, solo exploración pura para liberar la dopamina que necesita.
Una correa corta de 1 metro genera tensión. Usa una de 3 a 5 metros para darle la libertad de investigar sin tirones constantes.
Usa un arnés en 'H' o 'Y'. Esto permite que baje la cabeza cómodamente para olfatear sin sentir presión en la tráquea ni dolor.
Si tu perro se queda 5 minutos en un solo árbol, ¡espera! En este paseo, él es quien manda y tú solo lo acompañas en su lectura del entorno.
Evita parques saturados. El Pentagonito o áreas amplias de San Borja fuera de hora punta son perfectas para una exploración sin estrés.
¿No sabe olfatear? Esparce premios saludables en el pasto. Este 'forrajeo' enciende su nariz y apaga su ansiedad de golpe.
Al volver, ¿duerme profundamente o sigue alerta? La fatiga cognitiva del olfato es la que realmente trae paz y buen comportamiento a casa.
En verano, prioriza las salidas muy temprano o al atardecer. No dejes que el asfalto caliente distraiga su momento de paz olfativa.
Cambiar kilómetros por olores no es pereza, es salud mental. Un perro que olfatea es un perro que procesa el estrés y confía más en ustedes.
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