No es terquedad. Es 'ruido' en tu comunicación. Aprende a hablar su lenguaje antes de que un malentendido cause un accidente.
Tu perro es un procesador visual. Un gesto claro con la mano es mil veces más efectivo que un grito en medio del ruido de un mercado o una fiesta.
Fonéticamente son casi idénticos para ellos. Usa palabras con sonidos fuertes como 'K', 'T' o 'P' para que tu orden corte el ruido ambiental de la ciudad.
Usa gestos grandes. Si estás en el pasillo de una tienda o en un parque lleno, tu perro debe poder 'leerte' a distancia sin que tengas que levantar la voz.
¿Obedece en la sala pero te ignora frente a los tacos? No ha 'generalizado'. Necesitas entrenar en escenarios reales con olores y distracciones fuertes.
No esperes que aprenda en el caos. Empieza en casa, sigue en el estacionamiento y termina en el parque. Sube la dificultad solo cuando domine el nivel anterior.
Crea un comando de emergencia. Una palabra única que nunca uses. Cuando la digas, la recompensa debe ser algo supremo: pollito o su juguete favorito.
Si usas '¡Ven!' para regañarlo o bañarlo (y lo odia), la palabra ahora significa miedo. El perro dejará de ir hacia ti por puro instinto de protección.
¿Una palabra ya no funciona? No la grites más fuerte. Cámbiala por completo. Elige un nuevo término y reinicia la asociación con puros premios positivos.
Si tu perro hace trucos al azar sin que se los pidas, ¡no lo premies! El silencio enseña que solo la respuesta a tu señal específica trae el premio.
Si tú dices 'Quieto' y tu familia dice 'Espérate', el perro se frustra. La consistencia es ley: todos deben usar exactamente las mismas palabras y gestos.
Si tú dices 'Quieto' y tu familia dice 'Espérate', el perro se frustra. La consistencia es ley: todos deben usar exactamente las mismas palabras y gestos.
Entrenar no es someter, es eliminar el ruido. Cuando tus señales son claras, la ansiedad de tu mascota baja y su confianza en ti se vuelve inquebrantable.