No es tu culpa, es tu técnica. Si solo cepillas por encima, estás creando una placa de pelo que lastima su piel.
Crees que está listo tras pasar el cepillo, pero los nudos reales crecen pegados a la piel. Si no llegas a la raíz, el problema solo se oculta.
Se llama 'pelting'. El pelo se enreda tanto que forma una placa sólida que jala la piel en cada paso. Es como usar ropa tres tallas más chica.
Esas placas atrapan suciedad y humedad de tus paseos por Chapultepec. El resultado: hongos, dermatitis y un perro muy irritable.
Levanta el pelo con una mano hasta que veas la piel claramente. Esa 'línea' es tu punto de partida. Si no ves piel, no estás cepillando bien.
No entierres las cerdas. Usa un movimiento de muñeca hacia afuera, como si estuvieras 'dibujando' una coma. Suave pero con intención.
Axilas, detrás de las orejas y donde roza el arnés. Ahí es donde el nudo se vuelve piedra más rápido. Revísalas diario.
Pasa un peine de dientes anchos después de la carda. Si se traba, todavía hay nudos en la raíz que debes trabajar.
El pelo seco se rompe y genera estática. Usa un spray desenredante o mezcla agua con acondicionador para mantener la fibra elástica.
Una carda ergonómica y un peine de metal son tus mejores armas. Los encuentras fácilmente en Petco, Liverpool o Soriana.
Jamás uses tijeras de cocina; la piel del perro es delgadísima. Si el nudo no cede con paciencia y spray, busca a un estilista certificado.
El cepillado por capas es la diferencia entre un perro que se siente libre y uno que vive atrapado en su propio pelo. No le falles.
Obtén la lista de herramientas recomendadas y la guía paso a paso para evitar el rapado traumático.