Ese aroma relajante en tu salón podría estar colapsando el hígado de tu gato. No ignores las señales de peligro.
Los difusores ultrasónicos rompen el aceite en microgotas. Estas no solo se respiran; aterrizan directamente en el pelaje de tu mascota y terminan ingeridas al lamerse.
A diferencia de ti, los gatos no tienen la enzima para procesar fenoles. Lo que para ti es un aroma 'natural', para ellos es una toxina que su hígado no puede eliminar.
Es un superventas en tiendas naturales, pero para tus mascotas es veneno puro. Puede causar letargo, temblores musculares y debilidad inmediata.
En España es común usarlo para 'limpiar' el aire cuando estamos resfriados. Si tienes mascota, estás creando una neblina tóxica para su sensible sistema respiratorio.
Esas velas de parafina que compras en el súper liberan hollín y partículas finas. Para tu perro, es como respirar el humo de un escape en el salón.
En los pisos de Madrid o Barcelona la falta de ventilación cruzada concentra los tóxicos. Tu mascota respira ese 'cóctel' químico sin descanso durante horas.
Las partículas pesadas caen. Mientras tú hueles el aroma en el aire, tu mascota recibe la mayor concentración de tóxicos justo donde duerme y juega.
No te confundas. Si tu gato estornuda con frecuencia o tiene los ojos llorosos al encender el difusor, no es una bola de pelo: es irritación química directa.
Babeo excesivo, falta de coordinación o vómitos. Si ves esto tras usar aceites esenciales, apaga todo y ventila la casa de inmediato. Es una urgencia.
No induzcas el vómito. Limpia su pelaje con un paño húmedo para eliminar residuos y acude al veterinario con el bote del producto que estabas usando.
Tu hogar debe ser su refugio seguro, no un laboratorio. La salud orgánica de tu perro o gato vale mucho más que cualquier fragancia de moda. Elige aire puro.
Descubre la lista completa de aceites prohibidos y las alternativas seguras para que tu casa huela bien sin riesgos.