Si tu perro llega a casa excitado tras un paseo largo, estás ignorando su verdadera necesidad biológica.
Los perros dedican una octava parte de su cerebro a procesar olores. Para ellos, no dejarles oler es como caminar con los ojos vendados.
Olfatear consume mucha más energía que correr. 20 minutos de rastreo cansan más a su cerebro que una hora de caminata rápida por el asfalto.
Caminar con tensión eleva el estrés. Olfatear libera dopamina y reduce las pulsaciones. Es su "botón de pausa" biológico ante el ruido de la ciudad.
Cambia la correa corta por una de 5 a 10 metros. Dale libertad para elegir dirección sin sentir tirones constantes en el cuello.
Evita las calles ruidosas. Busca zonas con pocos estímulos: polígonos vacíos el fin de semana o las afueras de los parques.
Olvida el "junto" o el "sienta". Tu único trabajo es acompañarle. Si quiere estar 5 minutos en el mismo árbol, espera y respeta su tiempo.
En España, las sobras en el suelo son un riesgo. Mantén el contacto visual con lo que hay delante sin interrumpir su rastreo con tirones.
¿Tu perro es reactivo? Aprovecha las horas de menor afluencia, como la hora de la siesta. El paseo de descompresión requiere paz absoluta.
Si no tienes campo cerca, esconde snacks naturales entre el césped de un parque tranquilo. Convierte el entorno urbano en un reto mental.
Usa siempre un arnés en forma de 'Y'. Protege su columna de movimientos bruscos si encuentra un rastro irresistible que quiera seguir.
Olvida los kilómetros recorridos. Un perro equilibrado no se hace con pasos, se hace permitiéndole ser perro. Deja que su nariz guíe vuestro camino.
Consigue el protocolo detallado de descompresión y transforma vuestros paseos diarios.