Creemos que socializar es hacer amigos en cada esquina. Ese error está creando un perro reactivo y estresado.
Un perro bien socializado no es el que ama a todo el mundo. Es el que puede ignorar el caos de la Avenida Amazonas o los pitos en Guayaquil sin perder la calma.
Si permites que salude a cada perro que ve, creas una expectativa irreal. El día que no lo dejes, esa frustración se convertirá en ladridos y tirones violentos.
Esperar interacción constante mantiene a tu cachorro en hiperalerta. La neutralidad le enseña que el mundo es seguro para observar, no para intervenir.
No dejes que perros desconocidos invadan su espacio. Forzar encuentros 'amistosos' puede causar traumas que tardarás meses en corregir.
Utiliza el 'Protocolo de Desconexión'. Premia el segundo exacto en que tu perro decide dejar de mirar una distracción para enfocarse en ti.
No vayas directo al Quicentro un sábado. Empieza en la periferia de los centros comerciales donde el flujo de gente sea constante pero no invasivo.
Lleva snacks que lo vuelvan loco (como pollito del Supermaxi). La recompensa por ignorar a otro perro debe ser mejor que el deseo de jugar.
Bicicletas, patines y gente corriendo. Es el escenario ideal para practicar que tú eres lo más interesante de su mundo, sin importar el entorno.
Si empieza a ladrar, superaste su límite. No lo regañes; simplemente aumenta la distancia de inmediato. El castigo solo aumentará su miedo.
Cada cachorro es diferente. Algunos necesitan metros de distancia; otros pueden estar en una cafetería de Cumbayá en una semana. No lo presiones.
Socializar no es coleccionar interacciones, es construir confianza. Al enseñarle neutralidad, le das a tu perro la libertad de vivir sin ansiedad en cualquier rincón del Ecuador.
Descubre la guía completa para entrenar la neutralidad y transformar tu vínculo. ¿Listo para el cambio?