No es terquedad, es confusión. Tu mascota no necesita más gritos, necesita una arquitectura de señales que sí pueda entender.
A diferencia de nosotros, los perros son expertos en lenguaje corporal. Procesan gestos mucho más rápido que palabras. En el ruido de Guayaquil, una mano vale más que mil gritos.
Si usas 'ven' para todo en tus conversaciones diarias, tu perro aprenderá a ignorarlo. Busca palabras exclusivas que solo signifiquen algo para él.
Los fonemas similares son la trampa del entrenamiento. Elige comandos con sonidos fuertes y distintos para que tu mascota no tenga que adivinar tu intención.
Si solo responde cuando ve tu mano en la bolsa de snacks, no sabe el comando. Eso es un soborno, no una señal clara de comunicación.
Un comando en la sala no siempre funciona en la calle. Debes practicar en diferentes entornos para que la señal sea universal y no dependa del lugar.
Primero la palabra, espera un segundo, y luego el gesto. Si haces ambos a la vez, el perro 'bloquea' tu voz y solo se queda con lo visual.
¿Te inclinas siempre al pedir un 'abajo'? Tu perro podría creer que el comando es tu postura y no tu voz. Mantén una postura neutral.
No necesitas horas de práctica. 5 a 10 minutos diarios en tu barrio son suficientes para blindar la comunicación y evitar que se aburra.
¿Le pides 'pata' y se sienta? La discriminación se rompió. No premies el error; vuelve un paso atrás donde el éxito esté garantizado.
Con el tiempo, tu perro responderá a gestos mínimos o susurros. Es la diferencia entre dar órdenes y tener una conversación fluida con tu mejor amigo.
Entrenar no es mandar; es diseñar un lenguaje sin dudas. Cuando tus señales son limpias, la frustración desaparece y la confianza crece en ambos lados de la correa.
Accede a nuestra guía con el diccionario de comandos y gestos esenciales para el perro ecuatoriano.