En el Parque Simón Bolívar o en casa, el problema no es la rebeldía. Es una falla en la arquitectura de sus señales.
Su perro está programado para leer su cuerpo antes que su voz. Si usted mueve las manos mientras habla, él ignorará su voz por completo para enfocarse en sus gestos.
Nunca diga la palabra y haga el gesto al mismo tiempo. Diga el comando, cuente un segundo, y luego haga la señal visual. Así la voz predice la acción.
Palabras como 'Sienta' y 'Saca' suenan igual para él. Use comandos con sonidos de inicio y duración distintos para que no tenga que adivinar qué quiere usted.
En una calle ruidosa de Medellín o Bogotá, un '¡Sit!' corto es más efectivo que frases largas como '¿Te sientas por favor?'. Eso es solo ruido para su mascota.
Si su perro ya ignora el 'Ven', esa palabra está 'sucia'. Cámbiela por una nueva como 'Aquí' o 'Touch' y asóciela solo con premios increíbles desde cero.
Si su perro se sienta solo porque ve un premio en su mano, está adivinando. Rompa ese ciclo pidiendo comandos de forma aleatoria sin mostrar la comida primero.
Practique la discriminación en lugares con distracciones. Solo el comando correcto activa el premio de Laika o Puppis. Si falla, use un 'Oops' y reintente.
Si usa el 'Ven' para bañarlo o regañarlo, esa palabra ahora significa algo malo. Ha envenenado el comando. Use una palabra distinta para momentos negativos.
En entornos difíciles, el pollo o el queso superan a cualquier galleta seca. Use premios de alto valor para reforzar que escucharle a usted es el mejor negocio.
No espere a que su perro salte sobre alguien para decirle 'Abajo'. Premie el silencio y las cuatro patas en el suelo antes de que la distracción lo gane.
Entrenar no es hablarle a su perro; es diseñar un sistema de señales visuales y sonoras que no dejen espacio a la duda. La claridad es amor.
Vea la guía completa para limpiar sus comandos y lograr un perro que escuche a la primera en cualquier lugar.