Tu perro podría estar comiendo más granos de los que creés. El marketing de las etiquetas tiene un truco sucio que tenés que conocer hoy mismo.
Las marcas separan un solo ingrediente barato en varios nombres técnicos. Así, cada pedacito pesa menos que la carne y esta sube al primer puesto de la lista de forma 'legal'.
Si ves arroz, harina de arroz y proteína de arroz, ¡sumalos! El arroz es el verdadero protagonista del plato, no el pollo que ves al principio de la bolsa.
La 'carne fresca' tiene un 75% de agua. Al cocinarla para hacer la croqueta, esa agua se evapora y la carne se achica. Lo que queda es mucho menos de lo que dice la etiqueta.
No les tengas miedo. Una 'harina de pollo' de calidad es proteína ya deshidratada. A veces es más honesta y nutritiva que la carne fresca que se encoge en el proceso.
Cuando estés frente a la góndola, hacé una suma mental rápida. ¿Hay tres tipos de derivados de soja o maíz? Entonces ese alimento es mayormente cereal.
¿La etiqueta dice solo 'Cereales' o 'Subproductos'? Si no especifican qué son, desconfiá. Es la forma más fácil de esconder rellenos baratos de baja calidad.
Si tiene heces muy grandes, muchos gases o el pelo opaco, el alimento tiene más relleno del que su cuerpo puede procesar. La etiqueta te miente, su cuerpo no.
Que la bolsa tenga fotos del campo no significa nada. El truco de dividir ingredientes lo usan hasta las marcas más caras que se venden como premium.
En Argentina, las reglas permiten ciertos grises. Ser un tutor informado es la única forma de que no te vendan gato por liebre cuando buscás calidad.
Cada perro es único. Si la etiqueta te marea, un veterinario nutricionista te va a decir qué es lo que realmente necesita tu compañero para vivir más años.
Elegir el alimento no es buscar una palabra clave como 'pollo'. Es entender que el marketing divide para reinar. Sumá los granos, restá el agua y vas a ver la verdad.
Aprendé a leer etiquetas como un experto con nuestra guía completa para tutores en Argentina.