No es falta de educación ni capricho. Es una ventana biológica que puede marcar a tu mascota para siempre si no sabés cómo reaccionar.
Entre los 6 y 14 meses, el cerebro de tu perro se recalibra. Cosas que antes amaba, como el tacho de basura o un paraguas, ahora le parecen amenazas mortales.
El sistema límbico de tu cachorro está hiperalerta. No te está desafiando; realmente siente que su vida corre peligro ante un estímulo nuevo.
Si notás que muestra la parte blanca del ojo, tiene la cola entre las patas o se queda congelado, está sufriendo. No lo obligues a acercarse.
Alzarlo y llenarlo de besos cuando tiene miedo le confirma que hay un peligro real. Tu propia ansiedad es el combustible de su temor.
¿Se asustó con un cartel? Empezá a jugar, reíte y tirale una pelota. Demostrale que vos estás relajado y que la situación es divertida.
En ciudades ruidosas, el caos es constante. Si ves que el barrio está alterado por un partido o protestas, hoy el paseo se queda adentro.
Tené siempre a mano trocitos de pollo o queso. El objetivo es que asocie ese ruido de moto con algo delicioso mediante el contra-condicionamiento.
¿Pasó un susto feo? Dale dos días de calma total. Cero visitas y cero ruidos fuertes para que su cortisol baje a niveles normales.
Si alguien quiere tocarlo y tu perro está en su período de miedo, decí que no. Tu deber es proteger su espacio personal, no ser amable.
Si el miedo se transforma en pánico o agresión, buscá ayuda profesional. Un etólogo clínico veterinario es quien mejor puede orientarte.
Esta etapa es temporal, pero tu reacción define su futuro. No sos un sargento, sos el refugio seguro de tu mascota en un mundo ruidoso.
Lee la guía completa con técnicas paso a paso y consejos de expertos para superar esta etapa.