Un mal ajuste en el arnés puede arruinarle las articulaciones de por vida. Mirá cómo evitarlo antes del próximo paseo.
Un arnés que cruza el pecho horizontalmente bloquea el movimiento natural. Tu perro termina caminando de forma forzada para compensar la presión en los huesos.
Buscá que las correas formen una letra Y sobre el esternón. Así, los hombros quedan totalmente libres para que dé pasos largos y naturales.
La escápula del perro no está fija. Si el pretal la presiona, cada paso es un micro-trauma. Tocá su hombro mientras camina: ¿sentís que el arnés golpea el hueso?
No lo ajustes a morir. Deberías poder pasar dos dedos cómodamente entre cualquier correa y su cuerpo. Si no entran, le está cortando la movilidad.
La piel ahí es muy fina. Si el arnés queda pegado al codo, el roce constante le va a causar llagas dolorosas que arruinan cualquier salida.
Si tenés un Galgo o un Doberman, necesitás más distancia. Ajustá la correa del pecho para llevar el equipo hacia atrás y liberar el movimiento.
Si tu perro tira hacia atrás para zafarse, el arnés de 3 puntos es tu salvación. La tercera correa en la cintura impide que se lo saque por la cabeza.
El nylon rígido es como una lija con la humedad de nuestra ciudad. Elegí neoprene o mallas que dejen pasar el aire y no irriten su piel.
Los cachorros crecen por día. Lo que le quedaba bien el lunes, el domingo le puede estar apretando. No te cuelgues y chequeá el ajuste seguido.
El barro y la tierra endurecen las fibras del pretal. Lavalo seguido; un arnés sucio se vuelve rígido y actúa como una lija que lastima.
Un arnés bien calzado permite que tu perro explore el mundo sin dolor ni restricciones. Si él camina cómodo, vos paseás con la tranquilidad que se merece.
Descubrí cómo medir a tu perro y elegir el talle exacto con nuestra guía biomecánica completa.