No es mala conducta. Es 'trigger stacking'. Tu perro está desbordado y vos ni te diste cuenta.
El estrés no desaparece al toque. Se acumula como agua en un vaso. Un ladrido hoy, un delivery mañana... y de repente, la gota que colma el vaso.
La adrenalina se va rápido, pero el cortisol permanece en su sangre hasta 72 horas. Si el lunes se asustó, el miércoles todavía está 'cargado'.
Colectivos, motos con escape libre y plazas llenas. Vivir en la ciudad es un bombardeo constante para el sistema nervioso de tu mascota.
¿Vés la parte blanca del ojo? ¿Se lame los belfos sin que haya comida? Son micro-señales de que su sistema está por colapsar.
Castigarlo cuando explota solo suma más leña al fuego. El cortisol sube, el miedo aumenta y el vínculo de confianza se termina de romper.
Si lo ves saturado, hacé un vacío de estímulos por 48 horas. Paseos cortos, horarios tranquilos y nada de visitas en casa.
Olfatear baja las pulsaciones. Escondé snacks en una alfombra de olfato o entre toallas viejas. Dejá que use el olfato para calmar su cerebro.
Usá un pretal en H y una correa de 3 a 5 metros. Si el perro tiene espacio para explorar y oler a su ritmo, el estrés baja drásticamente.
Tu perro necesita un refugio donde nadie lo moleste. Ni los chicos, ni las visitas. Su cucha debe ser su embajada de paz inviolable.
Si las explosiones son frecuentes o tenés miedo, consultá a un etólogo clínico. A veces el dolor físico es el gran acumulador de estrés.
Tu perro no elige explotar; su cuerpo ya no puede procesar más. Aprender a vaciar su vaso de estrés es el acto de amor más grande que podés hacer por él.
Mirá la guía completa para resetear el estrés de tu perro y evitar reacciones inesperadas.