En Argentina, la relación con nuestras mascotas ha evolucionado profundamente; ya no son solo animales guardianes, sino miembros integrales de la familia. Sin embargo, una visita a la veterinaria suele ser motivo de gran ansiedad tanto para el animal como para el tutor. Para mitigar esto, han surgido los protocolos low-stress (manejo de bajo estrés), un conjunto de técnicas diseñadas para reducir el miedo, la ansiedad y el estrés (MAE) durante la atención médica. Al evaluar estos protocolos, los propietarios pueden identificar clínicas que no solo se enfocan en la salud física, sino también en el bienestar emocional, lo cual es crítico para lograr una mayor adherencia a los tratamientos y evitar traumas que dificulten consultas futuras. Esta guía le proporcionará las herramientas necesarias para auditar la calidad del manejo en su próxima visita.
La infraestructura de una clínica orientada al bajo estrés
El entorno de la veterinaria es el primer indicador de que se siguen protocolos low-stress. En ciudades con alta densidad poblacional como Buenos Aires o Córdoba, el ruido y la proximidad con otros animales pueden disparar el estrés de inmediato. Una clínica comprometida con el manejo sin miedo debe ofrecer soluciones espaciales inteligentes.
Busque salas de espera con áreas separadas para perros y gatos. Si el espacio físico es reducido, el uso de barreras visuales (como mamparas o plantas) es fundamental. Las clínicas que implementan estas técnicas suelen utilizar también difusores de feromonas sintéticas, como Feliway para gatos o Adaptil para perros, que envían señales químicas de calma al ambiente. Estos detalles demuestran una comprensión profunda de la etología animal.
Otro aspecto crucial es la superficie de las camillas. Un consultorio 'low-stress' evita las camillas de acero inoxidable frías y resbaladizas, optando por cubrirlas con toallas, colchonetas o alfombras de goma que brinden estabilidad. Si su perro es de tamaño grande, el veterinario debería sentirse cómodo realizando el examen físico en el suelo, respetando la zona de seguridad del animal y evitando elevarlo innecesariamente.

El arte del manejo mínimo: Sujeción sin miedo
Tradicionalmente, la medicina veterinaria utilizaba la 'sujeción de dominio' para inmovilizar a los animales. Sin embargo, los protocolos low-stress modernos rechazan estas prácticas. El objetivo ahora es el 'manejo mínimo necesario'. Esto significa que el profesional debe trabajar con el animal, permitiéndole elegir una posición cómoda (ya sea sentado, parado o acostado) en lugar de forzarlo a una postura de decúbito lateral.
Un signo claro de un buen profesional es la paciencia. El veterinario debe acercarse de forma lateral, evitando el contacto visual directo y prolongado, que en el lenguaje canino y felino puede interpretarse como una amenaza. Se deben evitar maniobras bruscas como el 'scruffing' (agarrar a los gatos por el pescuezo), una práctica hoy considerada obsoleta y estresante por organizaciones internacionales como la ISFM.
Si su mascota muestra signos de miedo extremo, como jadeo excesivo, pupilas dilatadas o intentos de huida, un veterinario con formación en bajo estrés sugerirá detener el procedimiento. A veces, es preferible reprogramar la consulta y administrar una sedación leve previa en casa para que la experiencia no resulte traumática. Este enfoque prioriza la salud mental a largo plazo sobre la urgencia de un procedimiento no vital.

El poder de los premios: Refuerzo positivo en la camilla
El uso estratégico de comida es un pilar fundamental de los protocolos low-stress. En lugar de ver la alimentación como una distracción, los expertos la utilizan para realizar un 'contracondicionamiento'. Esto consiste en asociar un estímulo potencialmente desagradable (como una vacuna o la limpieza de oídos) con algo extremadamente positivo.
Durante la consulta, observe si el veterinario ofrece premios de alto valor. En Argentina, es común el uso de paté, trocitos de pollo cocido o snacks húmedos. El profesional debería invitar al tutor a participar, permitiendo que la mascota lama un 'lick mat' o coma de la mano mientras se realiza el examen. Esto no solo reduce la percepción del dolor, sino que crea un recuerdo positivo de la visita.
Es importante que el animal no llegue a la consulta con el estómago demasiado lleno. Se recomienda alimentar a la mascota ligeramente menos antes de la visita para aumentar su motivación por los premios ofrecidos en la clínica. Si el veterinario no ofrece premios o se muestra reticente a que usted lo haga, es una señal de que no está familiarizado con las técnicas modernas de manejo conductual.

Resolución de problemas: ¿Qué hacer si el manejo falla?
Incluso con los mejores protocolos low-stress, algunas consultas pueden complicarse. Es vital saber cómo actuar cuando el estrés supera el umbral de su mascota. Si nota que el veterinario se frustra o intenta usar la fuerza ante la resistencia del animal, es momento de intervenir. Usted tiene el derecho de pedir que se detenga el examen si considera que el bienestar emocional de su mascota está en riesgo.
Un problema común en Argentina es la falta de clínicas certificadas formalmente en ciudades pequeñas. En estos casos, la comunicación proactiva es su mejor herramienta. Hable con su veterinario antes del turno: explique que su mascota es nerviosa y pregunte si puede esperar en el auto hasta que sea su turno para evitar la sala de espera común. La mayoría de los profesionales están dispuestos a adaptarse si el tutor muestra compromiso.
Si el animal presenta una fobia severa a la veterinaria, considere la posibilidad de realizar consultas domiciliarias. Muchos veterinarios en Buenos Aires y otras capitales ofrecen este servicio, lo que elimina el estrés del transporte y el entorno clínico, permitiendo que el animal sea evaluado en su propio territorio donde se siente seguro.

Preguntas frecuentes
¿Qué es exactamente una certificación Fear Free?
Es una certificación internacional que reciben los profesionales y clínicas que han completado una formación exhaustiva en técnicas de manejo diseñadas para eliminar el miedo y el estrés. En Argentina, cada vez más veterinarios buscan estas capacitaciones para mejorar la calidad de su servicio.
¿Tienen estos protocolos un costo adicional?
Generalmente no se cobra un extra por aplicar protocolos low-stress, aunque la consulta puede durar un poco más. Sin embargo, el valor se refleja en una mascota más sana y menos propensa a necesitar sedaciones pesadas en el futuro.
¿Puedo aplicar estas técnicas en casa antes de ir a la veterinaria?
¡Absolutamente! Puede practicar el 'manejo cooperativo' tocando las patas, orejas y boca de su mascota y premiándola. También es útil acostumbrar al animal al transportador o al auto días antes de la cita para que no lo asocie solo con la clínica.

Conclusión
La elección de un veterinario que aplique protocolos low-stress es una de las decisiones más importantes que puede tomar por la salud integral de su mascota. No se trata solo de evitar el llanto o los gruñidos en el momento; se trata de construir una relación de confianza que dure toda la vida. Al auditar la infraestructura, observar las técnicas de sujeción y valorar el uso de refuerzos positivos, usted se convierte en el mejor defensor de su compañero. Recuerde que si una consulta se torna violenta o excesivamente estresante, siempre tiene la opción de buscar una segunda opinión o solicitar un enfoque más compasivo. La medicina veterinaria moderna en Argentina avanza hacia la empatía, y como tutores, nuestra demanda por estos servicios es lo que impulsa el cambio en la industria.
Referencias y fuentes
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